Juan Rulfo: Mortui vivis praecipant
(Que los muertos le enseñen a los vivos)
(Que los muertos le enseñen a los vivos)
Me parece muy interesante cuando alguien se describe a sí mismo, pues aunque lo haga mal o no quiera, es una forma de hacerlo indirectamente. Por ello traigo a colación la descripción que hizo el mismo Rulfo sobre sí, en una entrevista (de las pocas) que le hizo la escritora María Teresa Gómez Gleason en 1966:
Me llamo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Me apilaron todos los nombres de mis antepasados paternos y maternos, como si fuera el vástago de un racimo de plátanos, y aunque sienta preferencia por el verbo arracimar, me hubiera gustado un nombre más sencillo. Mi padre se llamó Juan Nepomuceno, mi abuelo paterno era Carlos Vizcaíno, lo de Rulfo lo tengo por Juan del Rulfo, un aventurero
[…] que llegó a México a fines del siglo xviii.
Juan Rulfo nació en Apulco, una hacienda de sus abuelos en el pueblo de San Gabriel, Sayula (Jalisco) el 16 de mayo de 1917 y muere a sus 68 años en la Ciudad de México el 7 de enero de 1986. Fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, lo que hoy conocemos como artista multidisciplinar. La reputación de Rulfo se asienta en dos libros: El Llano en llamas, cuentos publicados en 1953, y la novela Pedro Páramo de 1955.
Existe otro texto titulado El gallo de oro, es la segunda novela (aunque algunos cuestionan si es una novela corta o un cuento largo). A pesar de haber sido escrita entre 1956 y 1958, fue publicada en 1980 y en una edición descuidada; existen ediciones posteriores que corrigen muchos errores. Y como toda su obra, también ha sido traducida a numerosos idiomas.
Este año la Editorial RM presenta una edición especial para celebrar el centenario del nacimiento de Juan Rulfo, en la que se incluyen los tres textos mencionados anteriormente. Cada uno de los libros, de esta edición, obedece a uno de los colores de la bandera de México, aunque un poco desgastados como el mismo ánimo del país hoy en día.
El primer título de color verde es el Llano en llamas, lleva una ilustración de dos hombres armados en un mismo caballo, trabajo hecho por Jesús Ortiz Tajonar. En cuanto a los interiores de la obra podemos ver la dedicatoria a Clara Aparicio (esposa del autor) y contiene los diecisiete cuentos que se unieron al libro en 1970 para conformar toda esta obra, la cual en un principio estaba compuesta por quince relatos y se publicaron en 1953.
El segundo tomo de color blanco es su primera novela Pedro Páramo, la cubierta está hecha con un grabado de Ricardo Martínez y son dos animales parecidos a unos perros o nahuales. De esta obra se sabe que estuvo escribiéndola desde 1947, información que sale a relucir en las cartas que le envió el autor a su novia Clara, y no fue hasta 1955 que vio la luz como una novela en sí. En esta edición el libro es solamente la obra, es decir está compuesta de una portadilla y el texto, sin índice ni notas, ni nada más.
Y el último título es El gallo de oro y otros relatos, en el cual aparece la nota a Esta edición bajo la firma de la Fundación Juan Rulfo, junto con un artículo escrito por José Carlos González Boixo bajo el título «Valoración literaria de la novela El gallo de oro» y, otro de Douglas J. Weatherford llamado «Las raíces cinematográficas de El gallo de oro«. Después del cuento «La fórmula secreta» aparece un último estudio, pero este con el nombre «Sobre la ‘Fórmula secreta'» de Dylan Brennan. En esta edición se han incorporado textos de la época temprana de Juan Rulfo: “La vida no es muy seria en sus cosas”, “Un pedazo de noche” y “Castillo de Teayo”. También se añade una carta a Clara Aparicio de 1947 en la que hace una crítica sobre el trabajo, mientras describe su amor hacia ella. Así se añaden a la colección del centenario nueve textos que aparecieron originalmente en Los cuadernos de Juan Rulfo. La cubierta es un grabado de la portada de José Guadalupe Posada llamado «¡Con espolón, contra navaja libre!» de 1904.
Como autor es uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo xx, ha sabido combinar la realidad con elementos ajenos a ésta. Sus obras se desarrollan en escenarios mexicanos y todo aparenta una normalidad que contiene una gran crítica. Sus personajes representan y reflejan una parte de la sociedad y del lugar donde proyecta los problemas sociales, culturales, políticos, e incluso económicos por los que se pasaba, y por los que se siguen pasando. La obra de Rulfo, y sobre todo Pedro Páramo, es el parteaguas de la literatura mexicana que marca el fin de la novela revolucionaria (Mariano Azuela, Martín Luis Guzmán, Nellie Campobello, etcétera). También se dice que con este texto abrió el campo para que otros autores tanto mexicanos como latinoamericanos pudieran experimentar.
Hoy en día su obra tiene una lectura muy clara y actual, pues ha sabido transgredir el paso del tiempo sin quedarse en un cajón.
El gallo de oro
No quiero escribir sobre el Llano en llamas ni de Pedro Páramo, sino de su obra menor, la cual originalmente fue hecha para ser un guión cinematográfico pero aparte terminó entre la frontera del cuento largo o novela corta, donde tampoco entraré en discusión porque no es lo más relevante en este caso. Este texto fue escrito entre 1956 y 1958, y no fue hasta 1980 que se publicó en una mala edición.
La trama parte desde una visión global, es decir inicia con una descripción general enfocándose en el pueblo, en las mujeres hasta localizar al personaje principal, quien es el pregonero del lugar.
Lejano, tan lejos que no se percibían sus palabras, se oía el clamor de un pregonero. Uno de esos pregoneros de pueblo, que van esquina por esquina gritando la reseña de un animal perdido, de un niño perdido o de alguna muchacha perdida… (El gallo de oro, 17)
Esto ya augura la vida que le será determinada al protagonista y este personaje es:
Dionisio Pinzón, uno de los hombres más pobres de San Miguel del Milagro. Vivía en una casucha desvencijada del barrio del Arrabal, en compañía de su madre, enferma y vieja, más por la miseria que por los años. Y aunque en apariencia de Dionisio Pinzón fuera la de un hombre fuerte, en realidad estaba impedido, pues tenía un brazo engarruñado quién sabe a causas de qué; lo cierto es que aquello lo imposibilitaba para desempeñar algunas tareas, ya fuera en el trabajo de obras o en el cultivo de la tierra, únicas actividades que había en el pueblo. (18)
Cuando una caravana llega a San Miguel del Milagro a montar el espectáculo, fue en ese momento en el que todo cambio. Sobre todo en la pelea de gallos, justo cuando un gallo dorado fue herido por otro y el gallero estaba apunto de matarlo Dionisio Pinzón lo rescata. Incluso, este personaje, sobrepone la vida del gallo a la de su madre inconscientemente:
Pero por ese tiempo murió su madre. Pareció ser como si hubiera cambiado su vida por la vida del «ala tuerta», como acabó llamándose el gallo dorado. Pues mientras este iba revive y revive, la madre de Dionisio Pinzón se dobló hasta morir, enferma de miseria. (25)
El «ala tuerta» le cambió la vida, aunque no la suerte. Hay que recordad que Dionisio, es el nombre del hijo de Zeus (de la mitología griega) dios de la vendimia y del vino, inspirador de la locura y del éxtasis. Los romanos lo conocieron como Baco o como Eleuterio que significa «El libertador» y así liberaba a uno de su ser normal, mediante la locura, el éxtasis o el vino. Algo parecido a lo que ocurre en la historia, pues vemos que el gallo le cambia la vida al pregonero y éste se va liberando de la pobreza en la que se encuentra. Se olvida de su vida pasada, es decir de comer solo nopales, café y de toda la miseria que había a su alrededor; la deja por el alcohol, los lujos y las apuestas.
Es por este motivo que al igual que el hijo de Zeus, Dionisio vuelve a nacer. En la mitología, Hermes salva a Dionisio antes de nacer —pues lo cose dentro del muslo de Zeus para que madurara los tres meses que le faltaban para salir al mundo—, por ello le llaman: «nacido dos veces»). El Gallo de oro le sirve como medio para aproximarse, sin saberlo al principio, a su talismán, y a su vez lo libera de la pobreza gracias a la cantadora de palenques apodada La Caponera. Es con ella con quien vuelve a la vida (a una nueva). Ella al lado de cualquier hombre le trae la suerte y no es distinto en el caso del protagonista de esta historia.
México actual
«La vida es corta y estamos mucho tiempo enterrados»
Carta de Juan Rulfo a Clara Aparicio
Dionisio, al inicio de la obra no tiene ni dinero para enterrar a su madre (es decir para al menos pagar el ataúd), esto no marca ninguna diferencia con el México de hoy. La situación actual no ha mejorado, incluso con los programas de apoyo: actualmente hay 55,3 millones de pobres (el 46,2% de la población) y en el futuro las cifras aumentarán, esto lo aseguran especialistas e informes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
Rulfo, al inicio de la obra describe la figura de ese pregonero como:
uno de los hombres más pobres de San Miguel del Milagro. Vivía en una casucha desvencijada del barrio del Arrabal, en compañía de su madre, enferma y vieja, más por la miseria que por los años. (18)
En el 2017, aún puedes leer en las noticias cosas como:
Ante la falta de dinero, muestran su ingenio para construir sus corrales con lo que encuentran, por lo que se ven desde charolas de plástico, cabeceras y patas de fierro de una cama hasta lonas con propaganda con la figura desdibujada de algún candidato o letras de un partido, así como palos de escoba amarrados con alambre o mecates. («Con seguridad alimentaria buscan sacar de la pobreza a 900 familias» por Gabriela Romero Sánchez )
Y esto no es solo en México, sino en el mundo entero, la pobreza es un tema que nos concierne a todos. Hablando de noticias, y sobre todo algo que me llego por ser alguien conocida y próxima fue la muerte de una reportera: ser periodista en este país es cavar su propia tumba. Pero hablando de mujeres, este autor menciona una de las tareas de Dionisio la cual era gritar por todo el pueblo las desapariciones, sobre todo el de las mujeres:
En el caso de la muchacha la cosa iba más allá, pues además de dar la fecha de su desaparición había que decir quién era el supuesto sujeto que se la había robado, y dónde estaba depositada, y si había reclamación o abandono de parte de los padres. Esto se hacía para enterar al pueblo de lo sucedido y que la vergüenza obligara a los fugados a unirse en matrimonio… (17)
Esto puede sonar muy popular, pero hay tradiciones que por salud tenemos que perder. Y en este caso, la mujer aún no tiene el derecho de huir, lo tiene que hacer con alguien, sobre todo con una figura masculina (es algo que debería de estar ya pasado de moda: la independencia de la mujer no es depender de un hombre) y esta situación se sigue amplificando en todos los estratos sociales. Hace un par de semanas hubo un caso muy conocido que sucedió en el Distrito Federal, precisamente en la Ciudad Universitaria, seguro recuerdan el hashtag #Simematan, esto se creo como protesta por la cultura machista que estigmatiza y culpa a las mujeres. Una mujer de 22 años fue encontrada muerta en la Universidad. La Procuraduría General de la República (el órgano que se encarga de investigar y perseguir los delitos) hicieron las siguientes publicaciones en twitter: «La mujer hallada sin vida en jardines de las instalaciones de la UNAM, fue identificada por familiares»; «#InformaPGJ: El día de los hechos, la pareja se reunió con varios amigos en CU, donde estuvieron alcoholizándose y drogándose»; «#InformaPGJ: El novio, con quien la víctima vivía, informó que él trabaja en el área de intendencia de la Preparatoria 6»; «#InformaPGJ: Su madre y novio aseguraron que ella ya no estudiaba desde 2014, y dejó sus clases […] debía materias». En pocas palabras las autoridades Federales declararon en las redes sociales que Lesvy Berlín Osorio era una mujer drogadicta, vivía en concubinato y encima no era inteligente. Este no es el único caso donde se minimiza a la víctima (lo cual se ha vuelto algo habitual cuando es parte de un colectivo marginal) como si estos hechos pudieran justificar el crimen. Todo esto causo revuelo y el hashtag se politizó haciendo que se eliminaran estos tuits, lo cual tampoco es que haya solucionado las cosas.
Siguiendo con el tema, se dice que entre el 2013 y 2014 se estima que fueron asesinadas 7 mujeres al día. Hay que tener en cuenta que las mujeres son el 51% de la población en México. Otro dato importante es lo que mencionó Mario Arturo Álvarez Torrecilla, de la División Científica de la Policía Federal quien reconoció que es un problema que está rebasando a todas las instituciones:
Si nos preguntan cuál es el número exacto de desaparecidos o personas no localizadas o que han perdido la vida, ninguna institución les va a dar la respuesta, porque es un tema que no se conoce… (Foro de Necesidades forenses en México frente a las desapariciones y fosas, ONU y el Instituto Belisario Domínguez del Senado, («ONU: desaparición de personas en el país, de dimensiones aterradoras» por Andrea Becerril).
Todo esto sucede por la negligencia del gobierno.
En fin… la obra es una representación de México (e incluso de otros países), pero no de ese México emergente el cual intenta salir adelante con propuestas alternativas desde el folklore hasta lo contemporáneo (en la danza, la plástica, la literatura, las ciencias y todas las startups innovadoras que promueven una economía y una política diferente) sino, más bien a la parte desprotegida que es un gran pedazo y que al final impregna de luto a todo el país:
Cuando llegó a Aguascalientes, para San Marcos, todavía traía su gallo vivo y él vestía de otro modo: de luto, como siguió vistiendo toda su vida hasta el día de su muerte. (31)
Con respecto a esto hay que recordar que el eje central de la obra El gallo de oro es la pelea de gallos, algo que es heredado de los españoles y que esta mezcla de temas como: el machismo, la pobreza, la corrupción y el crimen organizado no solo es monopolio de México sino de muchos otros países, al igual que las peleas de gallos.
Para concluir hay que recordar lo que dice Mark Twain sobre los clásicos: «un clásico es un libro que la gente elogia pero no lee» (Following the Equator). No hagamos de esto una norma, y veamos a los clásicos como libros de cabecera para entender nuestro presente y desenredar el futuro. El pueblo mexicano es un pueblo con muchas inquietudes, con muchas propuestas alternativas a falta de apoyos, y de cualquier incentivo que pudiera facilitar las cosas tanto para el deporte como para la cultura y otras áreas.
Por último quisiera agradecer a NODOMxM por el festejo del centenario de Juan Rulfo y la edición de RM que me gané en su rally, ya que gracias a eso surgio este post.
Algunas características de la edición conmemorativa del centenario de Juan Rulfo:
Edición rústica
21 x 13.7 cm
Ilustraciones: Artemio Rodríguez y Joel Rendón
Cuidado de la edición: Fundación Juan Rulfo
Diseño editorial: José Luis Lugo
Edición en español
Tipografía: Linotype Janson Text
En cuanto a esto último la editorial hace una reivindicación a la tipografía inspirada de 1685 hecha por el húngaro Miklós Kis.