México es un país esquizofrénico.
Un país lleno de fantasmas.
Eduardo Ruiz Sosa

¿Cómo plasmar una situación, una angustia, un dolor, un golpe?

En México hay más de 105.000 personas desaparecidas, sujetos que se enmarcan entre los vivos y los muertos. Nadie sabe de ellos.

Las desapariciones son tantas que el temor es constante, casi esquizofrénico. Y, sin embargo, no se habla mucho de ellas. Quizás, como una manera de resistencia al capitalismo gore que se ha incrustado en este país, un mecanismo de supervivencia para (mal)llevar la vida con resignación.

Esta instalación sonora se compone de ondas radiofónicas de televisión de barrido lento (SSTV), ondas que por su misma composición no podemos entender, solo escuchar o, con ayuda de una aplicación tecnológica, decodificarlas y transformarel ruido en una imagen de 120 píxeles por 120 líneas. Estas imágenes decodificarían los carteles que contienen la foto, el nombre, la fecha de desaparición, la última localización, la ropa que vestían, sus rasgos físicos, edad, entre otros datos que podrían ayudar a encontrarlos. Aunque esas ondas, como el viento que fue testigo de lo sucedido, también pueden perderse sin el interés de la sociedad y del gobierno, porque el ruido, además, es amenazantemente incómodo.

Si retomamos la pregunta del inicio, podríamos llenar este lugar con muchas cosas, pero al final no con lo esencial: con lo que sucedió y con los que están ausentes. México es un Estado fallido, un estado que ha desgarrado a la sociedad y ha generado más de 105.000 vacíos: espacios, casas, habitaciones, camas que han dejado de ocuparse.